lunes, 7 de julio de 2014

aG en los premios Blas Infante

El Ayuntamiento de Casares destina parte del 0,7% de sus presupuestos anuales a iniciativas de cooperación que sirvan para paliar las desigualdades sociales a través de la convocatoria de los Premios Blas Infante Casares Solidario, una iniciativa solidaria que pretende ser un homenaje al más insigne de sus vecinos, el casareño Blas Infante, y a su pensamiento, que sentó las bases del Ideal Andaluz.

Este certamen se compone de tres premios denominados: Casares por Andalucía,Casares por España y Casares por la Humanidad (haciendo referencia a la sentencia del ilustre casareño: “Andalucía por sí, para España y la Humanidad”), que son adjudicados a proyectos de Organizaciones No Gubernamentales, los dos primeros a proyectos de Educación para el Desarrollo, y el último para Cooperación al Desarrollo; siendo el jurado el encargado de determinar la cuantía de los mismos en función del presupuesto de la iniciativa y el número de personas que se beneficien de la misma. 
La Fundación Acción Geoda ha recibido este fin de semana uno de estos premios, que será invertido en nuestro proyecto de suministro de agua potable.
Estamos felices y muy agradecidos, porque este premio constituye la posibilidad de seguir extendiendo este proyecto a un número mayor de beneficiarios en el valle.
Gracias a todos los que con vuestro apoyo, trabajo, colaboración  y ayuda hacéis que este proyecto sea real, y que los beneficiarios de este Proyecto Tessaout sean cada año más numerosos.



jueves, 3 de julio de 2014

El agua caliente cada vez más cerca de las casas de Ifoulou

Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada. Nelson Mandela

Los que vivimos aquí, en esta parte que llaman Primer Mundo, con tan solo girar la palanca del grifo hacia la derecha o la izquierda obtenemos agua potable a la temperatura deseada. La experiencia que compartí la pasada Semana Santa en el campo de trabajo que desarrolló aG en el Valle del Tessaout, en el seno de un espectacular escenario, el alto Atlas marroquí, me brindó la oportunidad de conocer de primera a mano el día a día de los habitantes de la zona, y pude tomar conciencia de cómo este sencillo gesto suponía allí un arduo trabajo. Lo que para nosotros es un cómodo ejercicio de apenas unos segundos, para las mujeres del valle se traducía en una tarea mucho más complicada y severa.  
Para conseguir agua las mujeres tenían que subir desde el río hasta sus casas con grandes y pesados bidones de plástico a sus espaldas. Curvaban sus cuerpos formando un ángulo de prácticamente 90º y los sostenían tirando con una sola mano de una cuerda atada al envase. La velocidad con la que “trepaban” el valle, de barro, de piedra, totalmente irregular, con calzados muy deteriorados que dejaban sus pies al descubierto, era impactante. Para conseguir calentar esa agua habían de cargar, del mismo modo, troncos de leña con los que hacer fuego. En este caso no bajaban al río, sino que ascendían, de una forma aún más temeraria, por altos riscos de donde obtenían la leña. Me gustaría mostrar una imagen. No lo hago por respeto a las mujeres del valle. Ellas piden que no se las fotografíe, siguiendo la instrucción de sus maridos desde el momento en que se prometen. 
Fer, conocedor de este escenario, tiene una idea: elaborar un panel térmico-solar con el que calentar agua y colocarlo en el tejado de la casa de su gran amigo Abdullah. Abdullah es el promotor de salud de la aldea de Ifoulou y sabe que, si este piloto da buen resultado, él se encargará de explicárselo a los hombres del pueblo para que todas las casas puedan calentar agua.
Con este plan en mente, unas semanas antes del campo de trabajo, diseñamos la placa térmico-solar: buscamos vídeos y documentos en internet en los que se muestran experiencias similares; analizamos qué materiales pueden ser más eficaces, siempre teniendo en cuenta que han de ser asequibles y accesibles para la gente del valle; hacemos una cuantas cuentas y buscamos un termómetro con el que tomar medidas. 

Una vez en Demnate, compramos el material necesario y lo transportamos hasta el valle, y con ayuda de nuestras compañeras del campo de trabajo, a la casa de Abdullah, en Ifoulou.






Allí nos reciben su mujer, Fatma, y su hija mayor, Fahima, muy hospitalarias, como la gente del valle acostumbra a ser con sus visitas. Nos invitan a que nos sentemos en una salita en la que nos preparan té y nos ofrecen pastas.


Fahima, que nunca pierde la sonrisa, se muestra expectante. A juzgar por su cara de sorpresa, estoy segura de que se pregunta qué hemos ido a hacer a su casa. Con ayuda de nuestro amigo e intérprete Hafid, se lo explicamos. Vamos a intentar que su casa tenga agua caliente. De pronto, un brillo que habla por sí solo inunda sus ojos. Ella lo acompaña de una exclamación: “¿¿De verdad??”. Y yo siento un vuelquecito por dentro con el que termino de comprender el sentido de nuestra visita al valle. 


Más tarde nos acompañan, a través de una escalera muy angosta por la que a mí me cuesta subir pero por la que ellas suben con total destreza cargando leña a sus espaldas, al tejado de la primera planta. Allí comenzamos a trabajar en el panel térmico-solar. La vista es increíble. A nuestros pies tenemos el río Tessaout, y debemos tener cuidado de no poner un pie fuera del tejado y caer al vacío.

En primer lugar, medimos y cortamos las tablas de madera para formar la base y los laterales del panel, que unimos mediante clavos. Fahima y su hermano menor, Nordin, observan lo que hacemos. Fieles aprendices, nos ayudan por iniciativa propia. 








A continuación, con ayuda de Rosa, aplicamos cola en las uniones de las tablas, para evitar que el calor se escape,  
y pintamos toda la superficie de color negro, con objeto de facilitar la absorción de la energía. Una vez seca la pintura, grapamos un plástico en la base del panel para retener el calor en su interior lo máximo posible. Seguidamente, Lucía nos ayuda a colocar un tubo de PVC en forma de espiral dentro de la estructura, para lo cual hacemos orificios sobre la madera con un taladro e introducimos trozos de alambre que hacen de sujeción.

Por último, grapamos un plástico en forma de tapa en los laterales del panel, para provocar el efecto invernadero. Hubiera sido más eficaz colocar un cristal, pero este recurso es más costoso.  

Tras varios días en que compaginamos el trabajo en el panel con otras actividades, éste ya está terminado. Con ayuda de Jorge lo subimos al tejado de la segunda planta, donde introducimos agua en el tubo con una tetera.


Después de varias horas al sol, medimos la temperatura que éste alcanza. El resultado es positivo. Pero es necesario que llegue el agua a casa de Abdullah para poder comprobar que el líquido fluye a través del panel. Éste necesita conectarse a una fuente con cierta presión para que funcione 








A lo largo del campo, aG trabaja junto con los hombres del pueblo para que el agua del pozo de Ifoulou sea bombeada hasta el depósito situado en altura, y de allí a todo la aldea, apoyándose en un generador eléctrico que llevamos al valle desde Madrid. Este logro, que describo rápidamente, marcará un antes y un después en la aldea, ya que tras nuestra marcha, empezarán a introducir el agua en las casas, con el inminente beneficio en la salud de las mujeres de Ifoulou y mejora de la calidad de vida de todos sus habitantes. Las mujeres ya no tendrán que subir del río cargadas con agua a sus espaldas y todos los habitantes dispondrán de agua corriente en casa para su higiene.


El día en que finaliza el campo de trabajo y hemos de dejar Ifoulou, el agua todavía no ha llegado a las casas del pueblo. Así que, con ayuda de Abdu, miembro de aG que colabora desde Marruecos, explicamos a Abdullah lo que debe hacer para conectar el panel al grifo, cuando ya dispongan de agua en casa. En aquel momento, todos pensamos: “Ójala esto suceda pronto”…. hoy día, esto ya es una realidad, sucedió dos semanas después de nuestra vuelta a Madrid. 
La semana pasada Abdu llamó por teléfono a Abdullah y le preguntó  si el panel térmico estaba dando resultado. Éste contesto que el agua se calienta lo suficiente como para poder preparar té y darse una ducha. ¿¿De verdad?? 

Por un lado, no pude evitar emocionarme al conocer esto. Por otro, sabemos que las personas del valle son agradecidas, tanto como para darnos una noticia que mantenga nuestra ilusión viva. Hasta que alguno de nosotros pueda viajar al valle para comprobarlo, me ilusiono pensando que Fahima y sus hermanos ya pueden ducharse con agua caliente, y que ella ya no tiene que cargar leña a sus espaldas.  Si no es así, “Ójala esto suceda pronto”…

Sonia Pérez-Vázquez
Voluntaria de aG durante el campo de trabajo 2014 en el Valle  del Tessaout.



Nota: A día de hoy, el agua corriente llega ya a todas las casas de Ifoulou.
Nota: Esta semana o la próxima, un miembro de aG visitará el valle, y comprobará personalmente el funcionamiento de este experimiento solar de Agua Caliente.

martes, 3 de junio de 2014

Luis y la llegada del agua a la casa comunal

En las siguientes líneas, Jose Luis García nos cuenta sus sentimientos y emociones en el momento en que comenzó a salir agua por los grifos de la Casa Comunal, en Ifoulou, durante el Campo de Trabajo de aG 2014.


Tras un laborioso día de trabajo haciendo de fontanero, albañil,electricista, picapedrero y "zanjero", por fin terminamos la instalación de agua en la casa comunal. -Entre tanto los hombres del pueblo habían observado atentos nuestras maniobras para posteriormente replicarlo en sus casas.-
 Entonces bajamos al aseo y abrimos el grifo del lavabo..."eureka!" salía agua fresquita, también en el de la pila de la cocina,incluso había agua caliente en la ducha de la profesora Hadilla.

Abrazos y alegría, era un momento emocionante, mientras entraron varios niños a la casa, una niña se dirigió hacia el lavabo del aseo, era Fahima, con la mirada intrigante e iluminada abrió el grifo, ¡¡¡joder...........sale agua!!! ( esta es mi traducción carabanchelera de su expresión).

Empezó a lavarse las manos con delicadeza como si fueran de porcelana, me miró,- su mirada más que de sorpresa era reflexiva, como si  tomase consciencia de lo que iba a suponer ese momento para el resto de su vida y la de sus familiares y amigos-. Entonces terminó, se secó las manos en sus faldas y salimos juntos a la calle. Ese momento quedará grabado en mi disco duro para siempre, tuve que darme un paseo por detrás de la casa para explotar de emoción,mientras miraba los vertiginosos precipicios rocosos de las montañas y me sonaba los mocos.

JOSE LUIS GARCÍA

jueves, 22 de mayo de 2014

Un odontólogo en el Tessaout... aún queda mucho camino por recorrer.


 Nunca olvidaré esta semana que pasamos en el Valle. 

Quizás tuvo esa magia que otorgan las primeras veces, o quizás la magia sea perpetua en este lugar tan remoto.


En el rol que desarrollé como odontólogo, fueron cinco días de intenso trabajo. La alimentación en el valle se basa fundamentalmente en carbohidratos, por lo que el porcentaje de población con caries es alarmante.El tratamiento de todas las piezas era el mismo: exodoncia. Y era éste porque no teníamos los recursos necesarios para “empastar” aquellos dientes que tenían una solución mucho menos drástica.

Resulta imposible olvidar las miradas de agradecimiento que rompían la barrera del lenguaje entre aquellos pacientes y yo; a los traductores, capaces de traducir no sólo palabras, sino también la calma y tranquilidad tan necesaria en esos momentos, y a todos los que pusieron toda la voluntad y el empeño necesario para ayudar al equipo de odontólogos en situaciones en las que nos vimos desbordados (Yola, Mikel, Arantza, Gracias de nuevo!).

Y ahora que hay electricidad en el valle, las restauraciones dejan de ser un imposible, por eso es necesaria la colaboración de todos, para que a esos niños del valle jamás les falte una sonrisa.

Antes de despedirme, quisiera agradecer a todos y cada uno de los integrantes de la fundación aG por el trato recibido desde el primer día, y darles mi enhorabuena por todo lo que han hecho hasta ahora. De verdad, me quito el sombrero con vosotros.

Y es que a pesar de que todo lo que hemos andado, aún queda mucho camino por recorrer, y desde aquí puedo aseguraros que nunca os faltarán mis pies.

Abrazos,

Pablo Repiso.

Artículo escrito por Pablo Repiso, odontólogo voluntario que ha trabajado con aG durante el Campo de Trabajo de Semana Santa 2014 en el Valle del Tessaout, Azilal, Marruecos.

jueves, 8 de mayo de 2014

Salud y vida en las aulas del Valle



Redouan, Fatima, Nora, Abdelhakim y todos sus compañeros del aula infantil de Ifoulou ya pueden lavar sus manos, su cara y los dientes todos los días en la Casa Comunal que aG inauguró en el 2010. Casi como un milagro el agua salía en los lavabos, por fin, después de varios años peleando por ello, y todos nos emocionamos. El agua ya es una realidad y todos, grandes y pequeños, mejorarán las condiciones de vida, mejorará su higiene y su salud. Ya no tendrán que cargar con grandes garrafas de agua a sus espaldas desde el río ladera arriba hasta sus casas. Y además, las niñas dispondrán de más tiempo para estudiar.

El equipo de voluntarios y  traductores siendo observados
Desde aquí, Pilar, Charo, Marta, profesoras de La Cabrera en Madrid, y yo llevábamos un par de meses preparando nuestro viaje de Semana Santa al valle. Todas teníamos muchas ideas e ilusiones, además, para ellas era la primera vez que viajaban con aG y, como no podía ser de otra manera, se han enamorado de los niños y de las gentes de valle de Tessaout. El trabajo de este año iba a estar centrado en que los niños fueran los verdaderos protagonistas del aula, que la hicieran suya. Cada uno de ellos tuviera su lugar único y que todos se sintieran orgullosos de asistir todos los días a clase.

Junto a las nuestras maestras del valle, Khadiya y Rekeya
Por suerte, nos encontrarnos con unas maravillosas y encantadores maestras, Khadija y Rekeya que dan clases de infantil en Ifoulou y en Azarzam y que estuvieron siempre a nuestro lado demostrando el cariño hacia sus alumnos y el interés e inquietud por aprender cosas nuevas. Son auténticas heroínas: se pasan todo el duro invierno solas dando clase en las condiciones mas adversas que uno pueda imaginar y luchando contra cualquier circunstancia. 


Es una suerte, para todos nosotros, voluntarios y miembros de aG poder cortar con la rutina diaria y encontrar un poco de sentido a muchas de nuestras cosas: llegas al valle y te encuentras con la alegría de todos los niños dispuestos a jugar contigo. Se lavaron en el río. Nuestros voluntarios Susana, Kenza, Rosa y el resto jugaron al fútbol, a la comba, hicimos plastilina casera con harina y sal, murales con pinturas de dedos y ceras, … Y, entre juego y juego, dejamos preparada el aula: ahora tienen una pizarra para que ellos puedan expresarse libremente; cada niño se hizo un saquito donde guardar su vaso y su correspondiente cepillo de dientes. Finalmente, montamos otro espacio para que cada niño marcara todos los días sus asistencia al aula, algo un poco complicado de conseguir allí.



Voluntarios trabajando en Azarzam
Todo ha salido muy fluido gracias a la buena disposición de nuestros voluntarios: acudimos a Azarzam y mientras Sandra, Inma y yo preparábamos las actividades, Yolanda e Isabel jugaban al aire libre con ellos. En la modesta aula de Azarzam dejamos un mural con pollitos pintado por todos los niños. Y por la tarde con todos los problemas tecnológicos en contra, por fin, pudieron ver “Spirit” de nuevo desde una minúscula Tablet. Fue impresionante ver a casi 40 niños en un aula de 2x4 m mirando una pantallita de 6’ y sin moverse durante toda la película.



Khadija jugando con sus alumnos de Ifoulou

Ha sido una semana mágica: los traductores se han compenetrado y comprometido con nuestro proyecto y los voluntarios han vivido de cerca todo lo que con pasión todos les contábamos de nuestro querido valle. Y todos han vuelto también enamorados de él. Desde aquí quiero dar las gracias a todos por poner este pequeño grano de arena para mejorar la calidad de vida de estos niños y de las gentes del Valle de Tessaout.