Conchi Pontón nos acompañó en nuestro último Viaje Solidario en el valle
y fue toda una lección de superación tanto para los que le acompañamos
como para las gentes de las aldeas del valle.
Tiene una discapacidad visual completa pero eso no supuso
ningún impedimento para disfrutar intensamente de todo.
Fue un modelo de inclusión social en todos los sentidos.
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Conchi Pontón |
Es difícil resumir en pocas líneas todas las sensaciones y emociones vividas durante esos 8 días allí a todos los niveles.
Lo primero que pensé, fue en una frase que me dijo mi amigo: “Son como una familia”. Ya en el mismo aeropuerto de Madrid, donde conocí a 4 de las 6 chicas que íbamos al viaje, hubo un buen feeling que se confirmó con la buena acogida en el aeropuerto de Marrakech de Marta y Feli por parte de la Fundación y mis miedos casi desaparecieron por completo.
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Experimentando sensaciones en un día de trekking |
Y que decir del Valle y sus gentes. Sencillamente que es un lugar que te atrapa nada más llegar y por supuesto que en él recibes mucho más de lo que das.
El cambio de entorno se va notando según te adentras y asciendes por las montañas y, en los caminos y carreteras, se cierran las curvas y se encrespan los terrenos haciendo más difícil transitar por ellos. El primer momento de emoción fue la entrada en el valle con el sonido de fondo de la canción África de Ismaël Lo.
Nos alojamos en la aldea de Ifoulou, en el albergue de Hanini, que nos estaba ya esperando con dos de sus hijos, Younnes y Omar. Abrazos, risas y apretones sin parar desde nuestra llegada. Una casa humilde, pero límpia y cómoda y con todas las facilidades al alcance para sentirnos cómodas y bienvenidas. Además del fabuloso enclave de la casa junto a un río, que te hacía sentir en paz y calma contigo misma, en mi recuerdo siempre estará su hospitalidad, su afecto y el maravilloso olor de esos riquísimos tajines y panes que nos preparaban a diario. De nuevo, me sorprendía como a pesar del desconocimiento y las limitaciones de comunicación, triunfó la naturalidad y las ganas de aprender e interactuar y todos me ayudaban a manejarme por la casa encantados. Incluso Omar, se unía a diario a nuestras excursiones y visitas y se batallaba el puesto de guía para mi!
Subidos en el techo de nuestra furgoneta |
También tuvimos otro momento especial cuando se acercaron a la casa de Hanini a hacernos los famosos tatuajes de Henna. Nafisa, una chica de unos 15 ó 16 años, fue la encargada de tatuarme todas las manos con dibujos florales. Con ayuda de Hafid, el intérprete, nos contaban lo que hacían, incluso la otra chica que tatuaba nos contó su alegría porque se casaba en dos semanas y se marchaba a vivir a otra zona con la familia de su futuro marido al que no conocía. Lo bueno de este tipo de tatuajes es que al endurecerse la henna se palpa perfectamente el relieve del dibujo.
Conchi con nuestro amigo Hafid |
Quiso que disfrutáramos a tope del viaje y nos invitó a subir al techo de la furgoneta en la que visitábamos el valle y, por supuesto, tampoco vió limitaciones a que yo lo hiciera…. Ahí si que se notaba el aire... y los baches..., incluso alguna ramita en la cara!
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¿Y porqué no vamos a saltar en uno de los sitios más bonitos ? |
Resumiendo, ha sido uno de los viajes más bonitos de mi vida y, sin duda, el más especial y que más me ha aportado. Fueron 8 días cargados de momentos, detalles, cariño, fraternidad, familiaridad y aprendizaje. Sin duda, uno piensa que va allí a dar y finalmente descubres que recibes mucho más de lo que das. Ver estas realidades y ver como la afrontan las personas que viven allí, te hace ver el mundo con otra mirada y con otra perspectiva nuestro acomodado mundo. Lo que tenemos y lo que valoramos y reflexionas sobre lo que verdaderamente es importante en la vida y priorizarlo. Sin duda, ésta es la mayor lección que me llevo de este viaje, además de la experiencia y vivencias y por supuesto de una buena amistad con gente maravillosa.