En estos días los musulmanes celebran la fiesta mayor de su calendario lunar.
Conmemora aquella ocasión en la que el profeta Abraham -Ibrahim- ofreció a su hijo Ismael, el primogénito, en sacrificio como prueba de su amor por Dios; pero en el momento en que lo iba a sacrificar, recibió la orden divina de canjearlo por un cordero.
Normalmente se sacrifica un cordero en cada familia, y los que disponen de mayores recursos tienen la la obligación de ofrecer una parte de él a los pobres.
Días antes se percibe ya la emoción y en los mercados, la actividad crece, llenándose el ambiente con los ecos del regateo, todos quieren el mejor cordero... debe estar todo en perfecto estado.
El año pasado tuvimos el honor de participar y compartir esta fiesta con los habitantes del valle del Tessaout. Su generosidad y hospitalidad se pusieron una vez más de relieve. Fueron días de fiesta, de familia, de conversaciones alrededor de la mesa, de rencuentro, de alegría y porque no decirlo, de aventura en las carreteras nevadas del Atlas.
Después de la oración del Aid, los hombres acuden a sus casas para comenzar el sacrificio. Es un día importante, la gente viste sus mejores vestidos. Se percibe el nerviosismo entre los niños… los mayores intentan dejar a un lado el día a día, las discusiones, los problemas…
Las familias se visitan y nosotros disfrutamos alrededor de las mesas de nuestros amigos del valle de agradable compañía, riquísimos pinchos de cordero a la brasa, pan, aceite, dulces y frutos secos, y ese rico té verde que simboliza la hospitalidad.Este año no he podido estar sentado a la mesa de mis amigos, pero recuerdo con cariño la fiesta y espero poder celebrarla con ellos muchos años. Inshallah!
Los miembros de la fundación os enviamos nuestros mejores deseos para estos días de fiesta.
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